Cada año por estas fechas surge la pregunta: ¿Debe el cristiano celebrar el Halloween? Cada año también surgen los debates en Facebook. Cada año los niños preguntan a sus padres si pueden ir a pedir dulces o no.
Algunos dicen que sí, que puedes decorar tu casa, disfrazarte y salir a pedir dulces. Otros opinan que participar en Halloween de cualquier forma (aunque sea en la iglesia, solamente con cristianos llamándolo una fiesta de cosecha) es sacrificar espiritualmente tus hijos a Satanás. Con tal disparidad de opiniones, a veces es difícil saber qué hacer. ¿Debe el cristiano celebrar el Halloween?
El origen de Halloween
La fiesta de Halloween tiene orígenes difíciles de descubrir ya que se es extremadamente antigua y refleja un amalgamiento de diferentes tradiciones paganas, nacionales y religiosas. ´
Casi todas las culturas antiguas tenían la creencia de que, por lo menos una vez al año, el velo que separa el mundo de los vivos del mundo de los muertos se levantaba y permitía que un espíritu escapase del inframundo por un tiempo. Los pueblos prehispánicos en México lo creían (de ahí la celebración del Día de los Muertos); así también muchos pueblos en Europa. Los romanos tenían una fiesta llamada Lemuria (o Lemuralia) donde realizaban exorcismos para apaciguar a los espíritus errantes de los familiares difuntos, impidiendo que maldijeran sus hogares. Esta celebración caía usualmente el 9, 11 o 13 de mayo (los días pares eran considerados de mala suerte y no podía caer el 10 u 12).
La Iglesia Católica quiso detener la celebración de estas fiestas paganas y espiritistas. Por ello, en el año 609 o 610, el papa Bonifacio IV instituyó el Día de Todos los Santos el 13 de mayo (para coincidir con Lemuria, al fiesta romana). ¿Qué celebran los católicos el día de Todos los Santos? La Iglesia Católica empezó a celebrar el aniversario de los mártires. No obstante, pronto el número de los mártires rebasó la cantidad de días en el calendario. Por ello, escogieron este día para celebrar a todos los santos que habían sido martirizados por su fe, pero no se les había podido asignar una fecha en particular.
Por la celebración del Día de Todos los Santos, la Iglesia Católica logró que poco a poco fuera desapareciendo la fiesta de Lemuria. Sin embargo, muchos pueblos seguían celebrando otra fiesta pagana: Samhain, una fiesta que encuentra sus orígenes en los pueblos que ahora conocemos como los celtas. Los celtas se extendían por regiones de España, Francia, Inglaterra y países al norte de Europa. Creían que en el otoño, después de la cosecha, cuando el mundo mismo empezaba a morir —el invierno—, los muertos salían del inframundo para hacer travesuras o maldades. Los muertos podían incluso raptar a personas y llevárselas al inframundo. Para evitar que esto sucediera, las personas ponían comida a las entradas de los pueblos para que los espíritus se saciaran de ella y regresaran al inframundo sin hacer sus maldades. Por si acaso, las personas se vestían de animales y de otros disfraces para que los espíritus malignos no los pudieran identificar ni raptar. Además, quemaban enormes hogueras para que la luz espantara a los espíritus y allí, disfrazados, bailaban hasta el amanecer. Durante esta noche, también existía una mayor posibilidad de interactuar con los espíritus y predecir el futuro. Por ello se celebraban muchos ritos y encantamientos esa noche. Esta celebración sucedía aproximadamente el 1 de noviembre de cada año.
Para impedir la celebración de Samhain, a mediados del siglo VIII, el papa Gregorio III movió la celebración de Todos los Santos al 1 de noviembre. Un tiempo después se instituyó el día de los Fieles Difuntos, día que la Iglesia Católica estableció para orar por todos los fieles que están todavía en el purgatorio. De esta manera, las personas todavía podían recordar a sus familiares muertos, pero era una versión “cristianizada”.
Siglos después, algo parecido sucedió en el país de México, donde los pueblos prehispánicos también creían que los espíritus de sus ancestros muertos podían regresar al mundo. En México, su visita no era tan amenazante y usualmente era para disfrutar de interacción espiritual con ellos. Aunque los diferentes pueblos prehispánicos lo celebraban en diferentes momentos del año, todas estas fiestas se consolidaron en el día 2 de noviembre para coincidir con la fiesta católica y así “cristianizar” la celebración.
El cristiano moderno y su contexto cultural
Entonces, ¿puede el cristiano celebrar Halloween? Al considerar las raíces paganas de esta celebración, la respuesta inicial de muchos es: “¡Claro que no! Es una fiesta pagana”. Pero otros contestan: “Pero esas celebraciones antiguas tienen muy poco que ver con Halloween el día de hoy. Nadie está adorando a sus ancestros. Nadie cree en espíritus malignos. Es simplemente una oportunidad de conseguir dulces y de tener una fiesta”.
Pero esto último no es del todo cierto. Para muchos satánicos, la noche de Halloween es como el domingo de resurrección para el creyente. Y en el mundo mexicano, al menos, la fiesta sigue teniendo conexiones muy fuertes con el espiritismo y el ocultismo. En Monterrey, donde yo vivo, cuando los niños pasan por las casas a pedir dulces, gritan: “Noche de brujas, Halloween”. Debes regalarles dulces o se supone que te harán una travesura (¿recuerdas a la tradición celta?). En la cultura mexicana —donde todavía hay muchos que creen en el día de los muertos, en curanderos y en la güija—, Halloween tiene una fuerte conexión con el ocultismo.
En Estados Unidos, por muchos años la celebración de Halloween fue “limpiada” de la mayoría de sus elementos paganos. Por ello, muchos cristianos la han celebrado. En España, donde mis padres fueron misioneros, nadie celebraba Halloween, pero recuerdo una ocasión que estuvimos en Estados Unidos para Halloween cuando mis hermanos y yo nos disfrazamos y salimos a pedir dulces. Por años, muchos cristianos en Estados Unidos lo han celebrado en su forma más “cristianizada”. . Sin embargo, a la medida que la cultura estadounidense se ha vuelto menos “cristiana”, las raíces paganas de Halloween se están haciendo cada vez más evidentes. Esto está generando un creciente debate entre cristianos en Estados Unidos.
Pasajes bíblicos que pudieran guiarnos
¿Hay pasajes bíblicos que pudieran guiarnos? En Corinto algunos creyentes todavía estaban yendo a las fiestas que se realizaban en los templos paganos (1 Co. 8:10). Iban porque la mejor carne se ofrecía a los ídolos y se servía en las fiestas paganas. Por decirlo así, eran los mejores restaurantes de la ciudad. Estos creyentes afirmaban que podían comer a la mesa de los ídolos en los templos paganos porque ellos sabían que los ídolos no eran nada y querían disfrutar de la mejor carne (1 Co. 8:4). Pero Pablo les recuerda que, cuando nosotros participamos de la Cena del Señor, estamos en comunión con el Señor (1 Co. 10:16). Y aunque los ídolos no san nada, detrás de los ídolos hay realidades espirituales (1 Co. 10:19-20). La instrucción de Pablo es tajante. No deben tener ninguna participación con ellos (1 Co. 10:21), no sea que se hagan partícipes de los demonios y provoquen a celos al Señor (1 Co. 10:22). La conclusión pareciera ser bastante clara: no participes de los demonios.
Pero Pablo no ha terminado. En los últimos versículos del capítulo 10, Pablo afirma que pueden comer de la carne sacrificada a los ídolos. Esto pudiera parecer una contradicción, pero no lo es. Cuando la fiesta pagana en el templo terminaba, la carne que sobraba era vendida en las carnicerías (1 Co. 10:25). Pablo enseña que los creyentes no tenían que indagar sobre el origen de la carne (si fue ofrecida a los ídolos o no). Así, podían disfrutar de la carne con una libre conciencia. Si un incrédulo lo invitaba a comer una carne asada, podían comer y disfrutar, sin preocuparse por el origen de la carne (1 Co. 10:27). Pero si alguien les decía que esa carne había sido sacrificada a ídolos debían dejar de comer. ¿Por qué? Es evidente que el origen de la carne era importante para esa persona. Fuera un creyente con una conciencia débil o un inconverso, esa persona pensaba que un buen creyente no debía de comer de esa carne. En ese momento, debían poner el “tenedor” a un lado y dejar de comer. ¿Por su propia conciencia? No, sino por la conciencia del otro (1 Co. 10:28-29).
Implicaciones para la celebración de Halloween
Al leer los párrafos anteriores, es probable que cada grupo encuentre apoyo para su propia conclusión. Algunos dirán: “No debes participar de los demonios”. Otros dirán: “Pero no es la responsabilidad del creyente indagar sobre el origen”. Entonces, quizás no hemos resuelto todavía el debate.
Sin embargo, creo que hay dos lecciones que podemos extraer de 1 Corintos 8-10 que nos ayudarán a tomar una decisión bíblica.
- No debemos hacer cosas que ofendan la conciencia de personas a nuestro alrededor.
- No debemos hacer cualquier cosa que pudiera dar a entender que estamos participando de la adoración a ídolos falsos o a los espíritus malignos que yacen detrás de ellos.
¿Qué implicaciones tiene para Halloween?
Si estás en un contexto donde el Halloween tiene claras conexiones con el espiritismo, la brujería o el ocultismo, es probable que no debas participar. Quizás digas: “Pero no estoy adorando a los demonios”. Así también pensaban los corintios que comían a la mesa de los ídolos, y Pablo prohibió tajantemente su participación en estas actividades. Si alguien te ofrece dulces, ¿los puedes comer? Come. Y si alguien te dice “¡Pero son dulces de Halloween!”, entonces no comas; no por tu conciencia sino por la conciencia de esa persona.
¿Y si otros hermanos no están de acuerdo con mi conclusión?
Este artículo no va a resolver el debate ni convencer a todos. El debate continuará porque muchos dirán que hoy las personas realmente no están adorando a demonios. Es allí donde cada familia tiene que tomar su propia decisión de acuerdo a la su situación y a la luz de la Palabra.
Y aquí es donde entra la otra porción bíblica que habla de carne sacrificada a ídolos (Romanos 14-15). En esa porción Pablo nos da instrucciones importantes. Nos dice que:
- No debemos contender sobre estos temas debatibles (Ro. 14:1).
- El que come no debe menospreciar al que no come (Ro. 14:2).
- El que no come no debe juzgar al que come (Ro. 14:3).
- Puedes y debes estar convencido en tu propia opinión sobre el tema (Ro. 14:5).
- Pero en último análisis, eso no es lo importante. Hay otras verdades de mayor relevancia. Por ejemplo, la realidad de que todos van a rendir cuentas ante Cristo (Ro. 14:10, 12). O sea, que al final, lo que realmente importa no es tu propia opinión sino la opinión de Cristo. Debemos hacer lo posible por agradarle a Él.
- Y lo que más agrada al Señor en estos casos es el no hacer nada que pudiera causar tropiezo al hermano (Ro. 14:13, 19, 21).
Entonces, examina las Escrituras y tu contexto particular, y luego toma tu decisión buscando agradar a Dios y demostrar amor a tu hermano. ¿Hay alguien en tu iglesia que tiene una opinión diferente? No lo juzgues, ni lo menosprecies, ni contiendas sobre el tema. Ese creyente que permite que sus hijos participen no está sacrificando sus hijos a Satanás. Incluso la mayoría de los incrédulos que celebran Halloween no están ofreciendo sacrificios humanos en los cerros la noche del 31 de octubre.
De hecho, si estás realmente preocupado por la influencia de Satanás en tu familia, ¿por qué no te preocupas por otras fuentes más influyentes? A veces nos molestamos por Halloween, que es una noche al año, pero permitimos que nuestros hijos reciban influencia satánica todos los días en las series y películas que ven, las música que escuchan, y las amistades que tienen. Quizás deberíamos preocuparnos mucho más por estas influencias.
Escribiendo a los creyentes de Éfeso, que vivían en un contexto donde la magia y los espíritus eran adorados (Hch. 19:19), Pablo escribió lo siguiente:
“Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas” (Ef. 5:8-11).