¿La profecía continúa hoy o ha cesado? Esta pregunta ha llegado a ser muy controversial desde el crecimiento del movimiento Pentecostal el siglo pasado. Tristemente, es común que los cesacionistas (los que creen que los dones milagrosos han cesado) ignoren que algunos continuistas (quienes creen que los dones milagrosos continúan hoy en día) tienen una definición diferente del don de la profecía. Cuando un cesacionista dice “si la profecía continúa hoy en día, entonces debemos considerarla autoritativa y quizás escribir cada profecía para futuras generaciones, porque tiene la misma autoridad Biblia”, implica que está argumentando sin entender que no todos los continuistas creen lo mismo.
Por tanto, creo que definir qué significa la profecía para los continuistas más responsables (como Wayne Grudem o John Piper[1]) es una premisa básica e indispensable que ayudaría a aclarar el debate.
¿Qué es la profecía CONTINUISTA?
Wayne Grudem, en El Don de la profecía en el Nuevo Testamento y hoy, argumenta que el don de la profecía continúa, pero cuidadosa y claramente insiste que Dios ha cesado de hablar con la misma autoridad, claridad y certeza con que habló por los autores de la Biblia.[2] Entonces, tenemos que entender que los continuistas como Grudem creen que Dios ha dejado de hablar con autoridad bíblica.
Ahora bien, si Dios ya no habla por profecía con autoridad divina e inerrante como en la Biblia, ¿en qué sentido continúa el don de la profecía? Grudem dice que el propósito del don de la profecía hoy en día es recordar algo a la iglesia “para edificación, aliento y consuelo”.[3]
En su Teología Sistemática, dice: “un examen reciente de las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre este don [de la profecía] mostrará que no debe definirse como «predecir el futuro», no como «proclamar un mensaje del Señor» —sino más bien como «decir algo que Dios ha traído espontáneamente a la mente»”.[4]
John Piper predicó un mensaje titulado “Por qué el don de la profecía no es la manera usual de conocer la voluntad de Dios”. Allí, Piper explica: “La profecía está basada en la revelación espontánea del Espíritu Santo, pero es falible y necesita ser examinada porque nuestra percepción de la revelación, nuestra forma de razonar y nuestra inspiración, son falibles”.[5]
¿Qué dice la Biblia?
Tanto Wayne Grudem como John Piper afirman sostener su creencia en la Palabra de Dios. El asunto que muchos ignoran es que ellos creen que la Biblia habla de dos tipos de profecía. Por un lado, creen que la Biblia enseña sobre la “profecía más segura”, de la cual habla el apóstol Pedro:
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 P. 1:19-21).
Piper y Grudem están de acuerdo en que el apóstol Pedro insiste que la profecía de la Biblia es más segura que cualquier visión o revelación que el hombre pueda recibir. Como cité antes, ellos creen que este tipo de profecía ha cesado. Ellos están de acuerdo con el cesacionismo en que el canon está cerrado. Ya no hay más revelación del mismo nivel que las Escrituras.
Sin embargo, aunque ellos creen que la profecía descrita en 2 Pedro 1 ya no es vigente, creen que otros pasajes describen otra dimensión del don de la profecía (diferente de la profecía inspirada de la Biblia). Ellos creen que Pablo, en pasajes como 1 Tesalonicenses 5 o 1 Corintios 12 y 14, describe una clase de profecía que podemos llamar una “profecía menos segura”.
Según Grudem, esta “profecía menos segura” hoy en día no debe ser llamada “Palabra de Dios”.[6] De hecho, él se dirige a los cesacionistas diciendo:
“Pido al bando de los ‘cesacionistas’ que den seria atención a la posibilidad de que la profecía en las iglesias neotestamentarias no haya sido igual en autoridad a la Escritura, sino que haya sido simplemente un informe muy humano —y algunas veces errado en parte— de algo que el Espíritu Santo hubiera traído a la mente de alguien”.[7]
Piper concuerda con Grudem, advirtiendo sobre el abuso del don de la profecía: compartir profecías, que posiblemente sí son de Dios, como autoritativas.[8] Notemos: el abuso no es dar una profecía falsa. El abuso es proclamar la “profecía menos segura” que Dios te da como si fuera la misma Palabra de Dios (como la Biblia).
¿EXISTE UNA PROFECÍA MENOS SEGURA?
Como se mencionó anteriormente, para Piper y Grudem, la profecía es un sentir que Dios te da para hacer algo o compartir algo con otro. Curiosamente, esto suena muy parecido a lo que muchos cesacionistas parecen creer hoy en día. La realidad es que muchos de los que enseñan que los dones milagrosos han cesado, creen que Dios todavía da impresiones o dirección a sus hijos por medio de hacerles sentir que deben decir o hacer ciertas cosas.
Si eres como yo, muchas veces he escuchado a un pastor cesacionista decir algo como “Iba a predicar sobre algo hoy, pero anoche Dios puso en mi corazón predicar esto”. No está diciendo que no preparó el otro mensaje. Simplemente, está diciendo que tuvo un sentimiento muy fuerte de que debía preparar un mensaje sobre otro tema. ¿O cuántas veces has escuchado que alguien siente que “Dios lo ha llamado al ministerio” o a cierto campo misionero? Si Dios ha dejado de hablarnos por completo, ¿cómo podemos creer que Dios nos ha llamado a cierto lugar por medio de una impresión, deseo o convicción? Varias veces, escuchamos: “Dios puso en mi corazón que diera una ofrenda especial” o “Dios me dijo que debía testificarle a esta persona”?
La Biblia no dice que Dios no puede o que nunca nos guiará por sentimientos subjetivos. Historias misioneras como la de Nik Ripken ilustran que Dios sigue obrando de formas extraordinarias hoy en día.[9] Pero podemos aprender de Wayne Grudem y de John Piper al ser cuidadosos en seguir estas impresiones. Es difícil determinar si en verdad son de Dios o no. De hecho, si son de Dios, tampoco podemos estar seguros de haber entendido el mensaje que Dios quiere comunicarnos al 100%. Podemos aprender de ellos que estas impresiones subjetivas (1) pueden ser de Dios o no ser de Dios, y (2) que no tienen la misma autoridad que la Palabra de Dios (la Biblia).
Entonces, regresamos al mismo punto. Si Dios puede dirigir al creyente hoy en día mediante impresiones subjetivas, la pregunta es: ¿Podemos llamar a eso la “profecía”, aunque sea “menos segura”? En el siguiente artículo abordaremos la respuesta a esta pregunta. Por supuesto, como John Piper y Wayne Grudem lo hubiesen deseado, buscaremos la respuesta a la luz de nuestra única autoridad: la Palabra de Dios.
[1] Hay que reconocer que los continuistas “responsables” —como los citados— son una minoría muy pequeña dentro del mundo continuista, que está más caracterizado por los excesos que John MacArthur documenta en su libro Fuego Extraño.
[2] https://www.scribd.com/document/343450571/El-Don-de-Profecia-en-El-Neuvo-Testamento-Wayne-Grudem, 8 ago 2018. Vea la introducción, página 7.
[3] Ibid., 8,9.
[4] Teología Sistemática de Grudem: Introducción a la doctrina bíblica (Spanish Edition) (Kindle Locations 31264-31267). Vida. Kindle Edition.
[5] https://www.desiringgod.org/messages/why-the-gift-of-prophecy-is-not-the-usual-way-of-knowing-gods-will?lang=es, 22 de junio del 2018.
[6] El don de la profecía en el nuevo testamento y hoy, 7-9.
[7] Ibíd.
[8] Vea su video en inglés. https://www.desiringgod.org/articles/piper-on-prophecy-and-tongues, 22 junio del 2018.
[9] Nik explica: “Cuando me hicieron las mismas preguntas acerca de cómo recibí mi llamado, miré alrededor de la sala de reunión y solamente dije: ‘Leí Mateo 28’. Ellos pensaron que yo no había entendido su pregunta. Con mucha paciencia me explicaron que se necesitaba un llamado especial antes de que alguien pudiera salir al mundo y hacer este tipo de trabajo. No estaba tratando de parecer muy listo o irrespetuoso, pero les respondí: ‘No, ustedes son los que no entienden. Leí Mateo 28 donde Jesús les dice a sus discípulos «¡ID!», así que estoy aquí tratando de ir’”. Ripken, Nik. La Locura de Dios: Una historia verídica de fe resucitada (Spanish Edition) (p. 73). B&H Publishing Group. Kindle Edition.
Al mismo tiempo, cuando Nik se convirtió a Jesús, sintió como si una voz le llamara a seguirlo. Él dice: “No había ninguna persona cerca cuando escuché la voz por tercera vez: ‘Nik, ¿estás listo para dejar de correr y servirme?’. Sospeché que algún compañero de trabajo me estaba haciendo una broma. Sin embargo, rápidamente sentí en mi corazón que la voz que me estaba hablando pertenecía a Dios” (Ibid., 33).