¿Qué piensas y sientes cuando lees las siguientes frases?
“Chica, tú puedes. No dejes que nadie te detenga”.
“Abraza el desastre glorioso que eres tú”.
“No existen niños malos. Solo existen adultos que los echamos a perder”.
“Eres hermosa, única, y ¡estás haciendo un trabajo maravilloso! Rodéate de tu gente que sabe esto. Aléjate de la gente tóxica que no te ayuda a salir adelante”.
“¡Entrégate a amarte a ti misma!”.
En las redes sociales, grupos de chat, blogs, noticias, reuniones familiares y pláticas entre amigas escuchamos pensamientos parecidos a estos frecuentemente. Igual como existen modas de ropa y entretenimiento, existen modas de pensamiento y actitud. Positivismo, tolerancia, y relativismo son las actitudes populares de hoy.
De ninguna manera se han escapado la iglesia y el mundo cristiano de esta moda de pensamiento positivo y relativo. (Encontré las frases mencionadas arriba en páginas cristianas). Últimamente me he entristecido más al ver cuántas mujeres siguen páginas “cristianas” que promueven ideas seculares y peligrosas, y provocan actitudes dañinas. Creo sinceramente que muchas no tienen idea de que esas frases “bonitas” que comparten en Facebook no concuerdan con el mensaje del Evangelio. Creo que nos falta algo.
¿Te acuerdas de la gente de Berea? Así la describe Lucas en el libro de Hechos:
Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres (Hechos 17:11-12, énfasis agregado).
Estas personas recibían enseñanza con apertura y sinceridad, sin cinismo. Pero, no dejaban de escudriñar las Escrituras para siempre comparar lo que oían con ella. Estas son personas comunes, incluyendo a mujeres. No estamos hablando de pastores y líderes solamente.
Mujeres que vivimos en el Siglo 21, nos urge discernimiento y discreción. Nos urge examinar y escudriñar.
1. Examina y evalúa todo lo que ingieres.
No dejes tu motor en ralentí (punto muerto). No desactives las marchas de tu cerebro. Nunca. No puedes darte el lujo. Los peligros son demasiados inminentes y el enemigo demasiado astuto. Te ruego, no leas ni escuches nada sin detenerte a pensar si concuerda con las enseñanzas de la Biblia.
Supe de personas que vivían en un lugar donde el agua contenía altas cantidades de sustancias venenosas por el tipo de vegetación que prevalecía en esa localidad. Era absolutamente esencial que pasaran el agua por un sistema de filtración antes de tomarla. Sabiendo que cometer un error pudiera costarles la vida, ¿cuán difícil crees que fue para ellos recordar que no debían tomar agua sin filtrarla primero? ¡No fue difícil en lo absoluto! Tenían el peligro presente en su mente siempre.
¿Y nosotras? ¿Tenemos presente en nuestras mentes el gran peligro que corremos al estar expuestas a las mentiras del diablo y del mundo que agresivamente nos quieren devorar? Se nos ha provisto de un filtro 100% confiable que está siempre a nuestra disposición, y a un Ayudador omnipresente. Tenemos que hacer uso constante del filtro, examinando y evaluando cada idea y mensaje que oímos y vemos. Quizá nos ayude si notamos que el error puede tomar diferentes formas:
a. Enseñanza errónea.
Probablemente este es el tipo de error en el que pensamos cuando alguien habla de la necesidad de discernimiento. En todos lados vemos y escuchamos mensajes con diferentes grados de error que niegan realidades bíblicas y promueven actitudes incorrectas. Sensualidad, avaricia, ateísmo, espiritismo, humanismo, y miles de filosofías erróneas nos bombardean de todos lados. Dentro del mundo cristiano existe el evangelio de la prosperidad y muchas otras distorsiones del verdadero evangelio de Jesucristo. Todo esto puede tener un impacto real en nuestra vida diaria como mujeres, y requiere una constante evaluación personal de parte de nosotras.
b. Énfasis desequilibrado.
Especialmente en el amplio mundo “cristiano” de hoy, necesitamos estar conscientes del peligro sutil de exponernos a mensajes que no toman en cuenta todo el consejo de Dios. Muchas personas son atraídas a ciertos aspectos de la enseñanza bíblica. El amor de Dios, la gracia, el perdón, y promesas de una vida plena están entre los temas populares que la Biblia contiene. Pero el pecado, la justicia, la ira de Dios, el infierno, y la humildad son enseñanzas comúnmente rechazadas por el mundo, e ignoradas por muchos cristianos.
Si solo leo libros y blogs «positivos» que me hacen sentir bien acerca de mí misma, que enfatizan el amor de Dios y el hecho de que todos somos humanos; si solo escucho las voces que me dicen que soy buena esposa y buena mamá, que no pasa nada, que yo tengo una fuerza interior que me sostiene… Pero no hago caso a los mensajes que me hacen consciente de mi pecado y gran necesidad; no quiero saber nada de humildad; prefiero no pensar en la ira justa de Dios y lo que eso significa para mí y las personas a mi alrededor… estoy exponiéndome al error del desequilibrio doctrinal. Solo abrazo lo que me gusta, e ignoro lo que no.
Si deseamos ser mujeres de discernimiento y discreción, que con nobleza de corazón examinamos y evaluamos lo que escuchamos, necesitamos tener el hábito de pasar todo por el filtro de la Palabra de Dios. ¿Cómo lo hacemos?
2. Escudriña y estudia toda la Biblia.
La Biblia elogia a los bereanos por tener una “mentalidad abierta” y por “escuchar con entusiasmo el mensaje de Pablo” (Hechos 17:11 NTV). Debemos ser mujeres hambrientas por recibir enseñanza bíblica. Pero una mente abierta y entusiasmo no son suficientes. Lucas continúa destacando que la nobleza de su corazón también llevó a los bereanos a examinar lo que estaban escuchando. El deseo por aprender tiene que estar acompañado del estudio personal cuidadoso de la Palabra. Esta es la principal manera de obtener el filtro acertado que nos hace tanta falta.
Cuando estamos dispuestas a reconocer nuestra inclinación hacia la autoconfianza y los mensajes positivos, y nos acercamos a la Palabra de Dios deseando ser mujeres de discernimiento, crecemos en una virtud esencial: la humildad. La mujer humilde recibe las verdades que encuentra en la Palabra, confía en la ayuda del Espíritu Santo, y así es equipada para examinar cuidadosamente todo lo que oye desde un corazón receptivo. Esta humildad debe llevarla a ser constante en su búsqueda de la sabiduría que la Palabra le ofrece. Dios nos ha prometido que, cuando le pidamos sabiduría, Él nos la dará (Stg. 1:5). Su Palabra es la herramienta principal que Él usa para dárnosla.
Señales de alerta
Te comparto algunas indicaciones que pudieran significar que las influencias que estamos aceptando —sean amistades, libros, páginas, o entretenimiento— no son bíblicas. Al leer, escuchar o hablar:
- Sientes menos confianza en Dios y su Palabra, y menos deseo de escuchar enseñanza bíblica.
- Te animan a confiar en ti misma, y no te empujan hacia Cristo.
- Minimizan tu pecado y debilidad, alejándote de vivir en arrepentimiento y humildad.
- Provocan descontento con tu situación: tu matrimonio, tus hijos, tu situación económica, tu iglesia. Pero no te provocan descontento con tu propia condición espiritual.
- Te empujan a perseguir metas seculares, a costa de metas espirituales.
Satanás anda buscando a quién devorar, y las mujeres somos susceptibles a sus encantos. Seamos de corazones humildes y nobles como los bereanos, receptivas a la enseñanza, alertas al error, y diligentes en examinar la Escritura para adquirir el filtro divino que el Espíritu nos provee.