Antes de contestar esta pregunta, quiero decirte que yo no conocí la escuela cristiana hasta la universidad. Sé lo que significa ser el único cristiano en el salón y de los pocos en toda la escuela. También se burlaron de mí por ser cristiano y por mantener mis convicciones firmes. Te entiendo si estás leyendo esto con un deseo de escapar de esta perversa generación, por lo cual te animo a llegar hasta el final de este artículo.
La escuela cristiana es una bendición
Soy maestro en una escuela cristiana y es notable la diferencia en el ambiente. Recorres los pasillos y encuentras versículos en las paredes; si tienes un problema, los maestros (que también son creyentes) pueden darte un buen consejo; nadie te obligará a celebrar el Día de Muertos ni te amenazará con bajar tu calificación por no participar en alguna actividad que vaya contra tus creencias.
Los padres siempre tienen esa ilusión de que sus hijos por fin tengan un ambiente propicio, no solo para estudiar, sino también para crecer. Algo que muchos de ellos no tuvieron. Se tiene mucha esperanza de que la escuela cristiana ofrezca los valores que la sociedad trata de destruir. Su misión cada vez se vuelve más contracorriente a aquello que la escuela secular busca formar.
La misión principal de la escuela cristiana es formar el carácter de creyentes a través de la instrucción que necesitan para vivir en sociedad. La tarea de la escuela es formativa, pues apoya el esfuerzo de los padres por formar en sus hijos a Cristo. La escuela cristiana no se vuelve especial simplemente por añadir un culto de adoración o una materia de Biblia.
La escuela es cristiana porque presenta y representa a Cristo. Una escuela cristiana luchará porque sus maestros, alumnos, reglamento, atención, servicio, y sobre todo filosofía esté fundamentada en la Palabra de Dios y, en consecuencia, refleje a Cristo.
La escuela cristiana no es el cielo
Querido papá que estás leyendo esto, recuerda que vivimos en un mundo caído donde el pecado existe y los cristianos en una escuela cristiana siguen luchando con él (aun el director o el maestro). En la escuela cristiana también puede estar el chico que raya el baño o el que insulta a su compañero.
Entonces, ¿cuál es la diferencia? No tienes idea de lo abismal que puede ser. En la escuela cristiana, puedes confrontar con su pecado, llamarlo al arrepentimiento y formarlo no solo como un buen ciudadano, sino también como un hijo del Dios vivo. En ese proceso, incluso te das cuenta de cuántos van a la iglesia cada semana, saben versículos de memoria, crecieron en medio de una familia cristiana y no son salvos.
Habrá momentos en que habrá actitudes y acciones que no son cristianas (no representan a Cristo), pero sea que vengan de un alumno o un maestro, deben ser confrontadas a la luz de la Palabra de Dios. Así que, la escuela cristiana no es el cielo, pero sí es un instrumento de Dios para hacernos más como su Hijo Jesús.
¿Y si no puedo ir a una escuela cristiana?
Sé que no abundan las escuelas cristianas. Así que, si tienes la oportunidad de estudiar en una o de inscribir a tu hijo en una, te animo a darle gloria a Dios por ello.
Quiero decirte que, aunque estudié en una universidad cristiana y trabajo en una escuela cristiana, la Biblia no nos dice que sea necesaria. ¿Cómo lo sé? Porque no hay ningún mandato sobre abrir escuelas. Entonces, ¿está mal? No. Por eso debemos entender su función. La escuela cristiana trabaja en la formación de creyentes para vivir en sociedad, pero esa es la tarea de dos instituciones que Dios sí formó: la familia y la iglesia.
En Deuteronomio 6, Dios manda a los padres a instruir a sus hijos a amarlo con todo su corazón, enseñándoles esto en todo momento y lugar (Dt. 6:4-9). A su vez, Cristo manda en la gran comisión a enseñar a otros que guarden todas las cosas que Él mandó (Mt. 28:20), así como también Pablo mandó que esta formación se diera en los líderes (2 Ti. 2:2) y en toda la congregación (Tit. 2:1-10).
Por tanto, la escuela cristiana es un apoyo en esta tarea (un gran apoyo, dado que los hijos pasan gran parte de la semana en clases).
CONCLUSIÓN
¿Qué puedes esperar de tu hijo en un mundo caído con Facebook, Fortnite y TikTok? Por esto, si tienes la posibilidad, ayuda a tu hijo y mételo a una escuela cristiana. Pero recuerda que esa escuela no es un reformatorio, no lo salva ni lo santifica automáticamente y, sobre todo, no reemplaza tu lugar como padre ni a la iglesia.
Si no tienes la oportunidad de estudiar en una escuela cristiana, no te desanimes porque tus padres o la iglesia pueden (y deben) formarte. Es más, puedes ser un creyente en una escuela secular que es la luz en medio de la oscuridad, uno que atraiga a otros a Cristo y su verdad.
La escuela cristiana no es la burbuja que librará a tu hijo de la mundanalidad, sino que la escuela cristiana es una opción más para que tú o tu hijo crezca rodeado de medios de gracia que lo lleven a ser más como Cristo Jesús.