Desde niña me fascinó la idea de escribir un diario. No sé dónde lo vi por primera vez, pero inicié mi primer diario a los siete años. Era algo extraño contarle a una persona imaginaria las situaciones llamativas de la semana, ¡pero lo encontraba divertido! Al pasar los años, se convirtió en un hábito, no algo diario, pero sí un hábito regular. Me di cuenta de que escribir me ayudaba a pensar, me permitía asimilar lo que pasaba fuera y dentro de mí. El “diario” se convirtió en un ”amigo”, y sí, a veces jugaba con ser Ana Frank escribiéndole a Kitty.

Después, en un punto crucial de mi vida, Dios me mostró mi necesidad de profundizar en mi relación con Él y conocerlo más. Entonces mi diario se convirtió en un “diario espiritual”. La primera vez que leí sobre un diario espiritual, fue en el libro “Pasión y Pureza” de Elisabeth Elliot. Ella fue esposa de Jim Elliot, un misionero que fue asesinado en la selva del Ecuador por los aucas. Elisabeth, a pesar de sufrir esa trágica experiencia, continuó amando a los aucas y perseveró en hablarles de Cristo.

Elisabeth inició un diario espiritual al que llamó “El Gomer de Maná”. Tomó ese nombre de la historia sobre el pueblo de Israel en Éxodo 16.  ¿Lo recuerdas? El pueblo se quejó apenas un mes después de haber sido rescatado de la esclavitud de Egipto. Preocupados por morir de hambre en el desierto, los israelitas se quejaron contra Dios y Él mostró su gloria dándoles maná por la mañana y codornices por la tarde. Los israelitas quedaron contentos (por un breve tiempo) ante la maravillosa respuesta de Dios.

Pero ahí no termina la historia, porque Dios dio una orden a su pueblo olvidadizo:

Llenen un recipiente con dos litros de maná y consérvenlo para sus descendientes. Así las generaciones futuras podrán ver el pan que les di a ustedes en el desierto cuando los liberé de Egipto (Éx. 16:32).

¿Cómo se llamaba el recipiente que usaron para conservar el maná? Gomer.

El diario de Elisabeth tenía el mismo propósito que ese Gomer. Lo escribió como un recordatorio de las manifestaciones de la gloria de Dios en su vida, un testimonio para sus hijos y las futuras generaciones. También estoy segura (por cómo ella usa su diario en otros libros) de que se convirtió en una disciplina espiritual para crecer en piedad. Curiosamente, muchos otros creyentes conocidos que fueron usados por Dios de maneras sorprendentes tenían esta disciplina, entre ellos Jonathan Edwards y David Brainerd.

Si nunca has iniciado un diario espiritual y te preguntas por qué hacerlo quiero darte cinco razones. Pero antes aclarar que no porque se llame “diario” tiene que ser una actividad diaria, no te asustes, esto no es un mandato bíblico, solo es un útil recurso para tu andar cristiano.

  1. Será un recordatorio personal. La obra de Dios en tu vida en situaciones específicas quedará registrada. Esto te dará ánimo y consuelo al leerlo en los días de debilidad y “olvido” espiritual. 
  2. Será un recurso para meditar. Necesitamos asimilar la Palabra y un diario es excelente para eso. Anota las ideas claves de tu lectura o los puntos de una predicación; también puedes transcribir pasajes bíblicos.
  3. Será un apoyo para orar. Escribir tus oraciones es una práctica bíblica (¡mira los salmos!) y  te ayudará a concentrarte en tu tiempo de oración. No solamente escribas peticiones, sino también confiesa tus pecados, expresa tu gratitud y adora a Dios con tu pluma.
  4. Será un impulso espiritual. Es una manera de rendir cuentas de tu día y crecer espiritualmente. Anota tus decisiones y luchas con honestidad delante de Dios. Escribe las verdades que debes creer y cómo debes luchar el próximo día.
  5. Será un gomer para otros. Ya que Dios nunca cambia, lo que tu aprendes de Él puede hacer que otras generaciones den gloria a Dios por su fidelidad y misericordia reflejada en tu diario. ¡Uno nunca sabe cómo Dios lo pudiera usar!

Por naturaleza, somos olvidadizos como el pueblo de Israel. He visto en mi vida repetir el ciclo de “queja-clamor-respuesta-olvido” muchas veces. Dios nos ayude a perseverar en Él y en su Palabra. Unámonos a la oración de Asaf, Amy Carmichael y Elisabeth Elliot registrada en su diario:

1 de Marzo de 1948:

“Así no nos apartaremos de ti; vida nos darás, e invocaremos tu nombre. ¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos! Haz resplandecer tu rostro y seremos salvos” (Salmo 80:18-19).

En tu frente vemos una corona de espinas, gotas de sangre en tu sendero. Oh no permitas que jamás nos regresemos. —Amy Carmichael

Señor, he dicho el sí eterno. No permitas que jamás, habiendo puesto mi mano en el arado, mire atrás. Endereza el camino de la cruz ante mí. Dame amor, para que no haya espacio para un pensamiento o paso extraviado.


Oriana Boyde nació en Puerto Ordaz, Venezuela. En el 2012, viajó a México para estudiar la licenciatura en Pedagogía en la Universidad Cristiana de Las Américas, y, desde entonces, reside en el estado de Nuevo León. Disfruta servir en el ministerio de educación en su iglesia y pasar tiempo con sus dos hermanos.