Hace poco tuve una conversación con un científico acerca de la confiabilidad de la Biblia en cuestiones de ciencias. “¿Cómo podemos confiar en un documento escrito hace miles de años por personas sin educación científica que escribieron sobre cosas que sucedieron miles de años antes de ellos?”. Esta persona dice ser cristiana. La realidad es que un buen número de “evangélicos” tienen sus reservas en cuanto a la completa autoridad e inerrancia de las Escrituras. Quizás tú mismo eres uno de ellos. O tal vez no lo eres, pero no sabes cómo defender la confiabilidad de la Biblia.

¿Qué de las supuestas contradicciones y errores que se dice que hay en las Escrituras? ¿Puede un cristiano hoy, en pleno siglo XXI, afirmar la doctrina histórica de que la Biblia es autoritativa e inerrante? La respuesta es: por supuesto que sí. Como cristianos podemos tener la certeza de que la Biblia puede ser completamente confiable en todo lo que afirma. Eso incluye sus citas, sus declaraciones científicas, y la moralidad que enseña.

La base de la autoridad e inerrancia de la Biblia

La Biblia afirma ser la Palabra de Dios. Dios le dijo a Moisés: “Escribe tú estas palabras” (Éx. 34:27; cp. Sal. 19:7). En el Nuevo Testamento, Jesús le dice a unos judíos enojados que querían apedrearlo que “la Escritura no puede ser quebrantada” (Jn. 10:35). Sin lugar a dudas, la Biblia afirma ser la palabra inspirada de Dios (2 Ti. 3:16).

Si Dios inspiró la Biblia y Dios no puede mentir (Tit. 1:2), entonces podemos afirmar lo mismo que Jesús cuando dijo: “santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad” (Jn. 17:17). Así que todo lo que la Biblia afirma es sin error. Si esto es cierto, ¿qué de las discrepancias?

Discrepancias numéricas

En 1 Corintios 10:8 Pablo dice: “Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil”. Sin embargo, en Números 25:9 dice: “Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil”. Aparentemente el apóstol Pablo erró por mil personas. ¿Será que le falló su memoria? A todos nos ha pasado, ¿no? ¿Fue este el problema con el apóstol? El famoso comentarista Gordon D. Fee argumenta que no hay una respuesta satisfactoria, y él mismo no parece proponer una.[1]

Sin embargo, varias respuestas podrían darse a esta incógnita. El teólogo W. Harold Mare argumenta que Pablo no está contando a los que murieron después, incluyendo los que fueron muertos en Números 25:4. Para Calvino, la respuesta es que Pablo sencillamente redondeó el número hacia abajo, y Moisés hacia arriba.[2] El reformador cita un ejemplo de una corte romana llamada Los Cientos, cuya membresía era más de mil personas. En otras palabras, redondear era una práctica aceptada en el mundo antiguo. En su Biblia de estudio, John MacArthur propone que “como [Pablo acaba] de citar Éxodo 32 en el v.7, es muy probable que esto también se refiera al incidente en Éxodo 32, no al incidente en Sitim descrito en Números 25. Al parecer, tres mil murieron a manos de los levitas (Éx. 32:28) y veinte mil murieron en la plaga (Éx. 32:35)».[3]

Aunque no sabemos la razón exacta del porqué de esta discrepancia (hasta el momento, ya que evidencia futura podría corregirnos), podemos confiar en que hay respuestas satisfactorias.

Discrepancias científicas

Es cierto que la Biblia nunca dice ser un libro de texto científico. Pero si es la Palabra inerrante de Dios, debe ser verdad hasta en detalles científicos. Dos textos “problema” (entre otros) han sido usados en contra de la veracidad de la Biblia. El primero se encuentra en Levítico 11:6, donde el conejo es declarado inmundo porque rumia. Algunos intérpretes liberales llaman esta afirmación absurda, ya que “el conejo no rumia; por su movimiento de quijadas, parece que lo hace”.[4]

El Dr. Tommy Mitchell, de Respuestas en Génesis, argumenta que los conejos “participan en una actividad llamada cecotrofia”, que podía ser considerada como rumiar en tiempos antiguos.  Además, continúa el artículo, la palabra hebrea que se traduce como “rumiar” quiere decir: “subir, ascender, trepar, ir arriba y adentro, salir de un lugar, partir, levantarse, causar que algo ascienda, traer de, entre otras cosas”.[5] Esto es consistente con la cecotrofia.

Otro ejemplo clásico sería el de la esposa de Caín. Si Caín fue el tercer hombre en la Tierra, ¿con quién se casó (Gn. 4:17)? La respuesta es sencilla. Adán y Eva tuvieron muchos hijos (Gn. 5:4), y en ese tiempo los humanos vivían mucho más tiempo que hoy en día (Gn. 5:5, Gn. 5:8); así que Caín se casó con una de sus hermanas.[6]

Discrepancias morales

Llamamos terroristas a aquellos que asesinan a gente inocente. No es de sorprenderse, entonces, que sea difícil entender por qué Dios ordenó que los israelitas mataran a miles de personas, incluyendo mujeres y niños (1 S. 15:3; Jos. 10:40; Jos. 11:20). ¿Puede Dios ser un Dios de amor y al mismo tiempo ordenar algo así? Para responder esta pregunta, debemos entender varias cosas. Primero, Dios es el dador de la vida (Gn. 2:7; Job 33:4; Sal. 139:13). Él da la vida a millones cada día, y esto por su pura misericordia. Segundo, Dios creó la raza humana para su gloria (Is. 43:7; Ef. 1:11-12). Tercero, si Dios es Dios, entonces Él tiene la prerrogativa de hacer lo que desea (Dn. 4:35; Ro. 9:20). Esto incluye juzgar con la muerte.

Es importante notar que Dios tuvo misericordia de los pueblos paganos por 400 años (Gn. 15:16). Así que, si Dios en su infinita sabiduría decidió traer justicia a través de su pueblo escogido en contra de algunos pueblos que no solamente estaban en rebelión contra Él, sino que se habían vendido a todo tipo de perversiones, crueldades, y atrocidades, entonces el acto de Dios al erradicarlos fue de justicia divina.

Por supuesto, para aceptar esta respuesta, uno debe de estar convencido de que Dios es soberano, todo amor, y un Juez perfecto. Todo lo que decide hacer es bueno. Como dijo Calvino: “La voluntad de Dios es la suprema regla de justicia, así que todo lo que él hace debe ser visto como justo por el simple hecho de que Él lo hizo” (Institutos III.23.2).

Estemos confiados

Los ataques en contra de las Escrituras continuarán. De hecho, aquí apenas hemos dado una introducción y una probadita apologética. Aun así, podemos estar confiados de que la evidencia seguirá apuntando hacia una seguridad completa de la inerrancia de las Escrituras. Los creyentes podemos incluso valorar estas supuestas discrepancias al reconocer que Dios las permite en su soberanía, y que a veces son la línea divisoria entre aquellos que están dispuestos a rendir completamente su ser al Señor —incluyendo sus razonamientos e incredulidad— de aquellos que no lo están.


[1] Gordon D. Fee, “The First Epistle to the Corinthians”, NICNT (Grand Rapids: Eerdmans, 1987), 456.

[2] John Calvin, Commentary on the Epistles of Paul the Apostle to the Corinthians, trans. John Pringle vol.1 (Grand Rapids: Baker Books, 2009), 324.

[3] John MacArthur, The MacArthur Study Bible (Nashville: Thomas Nelson, 2006), 1711-12.

[4] The Interpreter’s Bible, (56). Mi traducción.

[5] Tommy Mitchel, “Do Rabbits Really ‘Chew the Cud’?, Feb. 14, 2012, https://answersingenesis.org/contradictions-in-the-bible/do-rabbits-really-chew-the-cud/ (acceso Oct. 28, 2016). Mi traducción.

[6] Para una discusión extendida de este tema, incluyendo las objeciones morales, ver Ken Ham, Jonathan Sarfati y Carl Wieland, El libro de las respuestas ampliado y revisado, ed. Don Batten (Green Forrest: Master Books, 2000), 131-140.


Publicado originalmente en www.coalicionporelevangelio.org.