“En la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador” (Tit. 1:2-3).
¿Has escuchado las historias de personas que han sido defraudadas por otros que prometieron algo y no cumplieron? La vida está llena de estas historias. Por ejemplo, el novio que dejó plantada a la novia en el altar el día de su boda. O el hombre que juró fidelidad a su esposa y luego rompió su pacto matrimonial, siendo infiel con otra mujer. El padre que, cada semana, decía que visitaría a sus hijos, pero nunca llegaba. O algo tan sencillo, como la promesa que alguien hizo de estar contigo en el momento de dolor y simplemente no apareció. Quizás tú tienes tus propias historias. Yo tengo algunas. Pero aún, en ocasiones he sido yo quien ha prometido y no he cumplido con mi palabra. Hoy me avergüenzo de eso. Todos han sufrido por causa de decepciones que han atravesado o que han causado. Sin embargo, no sucede así con Dios.
Pablo, en la introducción que hace en su carta a Tito, le recuerda que Dios es digno de confianza. Dios no miente y su promesa de vida eterna es una garantía para Tito y para ti, en esta vida y la siguiente. Es una esperanza segura que sirve de combustible para alentarte en el presente, de manera que estés preparado para sobrellevar cualquier situación que se te presente. Acompáñame a explorar más a detalle la introducción de esta carta. Dios quiere recordarte dónde está anclada la gloriosa esperanza de la vida eterna: en el carácter de Dios.
DIOS ES VERAZ
El fundamento de su promesa radica en su carácter: Dios es veraz. Por eso Pablo se basa en “Dios, que no miente” (Tit. 1:2). El apóstol quiere fijar en la mente de Tito —y Dios en la tuya— un aspecto del carácter de Dios que muchas veces se olvida con facilidad. Dios no miente, Dios es veraz, todo lo que Él ha dicho es verdadero y todo lo que prometió se cumplirá.
Dios mismo es tu garantía de que la vida eterna que Él te promete es segura. De hecho, Efesios 1:14 afirma que el Espíritu Santo en ti es “las arras de [tu] herencia”. Dios —quien es veraz— ha garantizado una eternidad con Él a aquellos que han sido llamados por Él y que han creído en Jesús para la salvación de sus almas. La veracidad de Dios debe llevarte a la reflexión. Esta verdad te invita a mirar las dificultades de esta vida con una perspectiva eterna, por medio de la confianza que tienes en Él. ¿Por qué? Porque Él no miente. En Él está anclada tu esperanza, de manera que la creas, la atesores y vivas confiadamente.
DIOS CUMPLIRÁ TODO LO QUE HA PROMETIDO
Descansar en esa verdad, debe alentarte y sostenerte cada día. No importa la circunstancia que estés atravesando, hay una realidad por encima de todo: Dios es verdadero y todo lo que Él ha dicho lo cumplirá. Un ejemplo de esto es la vida eterna, tal como lo dice al principio de la carta (1:2). Además, esto le da propósito a todo lo que haces, le da sentido a tu vida y te sostiene en medio de la aflicción. Esto es de mucho ánimo y te ayuda a entender que Dios te ha garantizado aquello que ningún hombre puede garantizarte: la eternidad. Puedes atravesar las peores situaciones de la vida sostenido de su mano y confiado en que Él no te defraudará. ¡Esto es glorioso!
El apóstol también quiere recordarle a Tito que esta esperanza fue revelada en la predicación del Evangelio que fue encomendado a Pablo: “y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada”. Es en el Evangelio donde ves, de forma tangible, la verdad de quién es Dios y la garantía de la vida eterna. El Evangelio cambia tu manera de ver y vivir el presente, y te transforma, dándote ojos para atesorar a Cristo y su Palabra.
Desde el inicio de la carta, Pablo quiere resaltar la importancia de prestar cuidadosa atención a las Escrituras, el evangelio y la sana doctrina (1:9, 11, 13-14; 2:1, 10). Pablo insiste porque sabe que apartarse de la verdad, es apartarse de Dios. Apartarse de Él, es no creer en Él. No creer en Él, es no confían en Él. Y no confiar en Él, es perder la esperanza en esta vida y la venidera. Recuerda, las promesas de Dios están basadas en el carácter de Dios y son proclamadas por medio de la predicación del Evangelio. Estas se combinan para garantizar la certeza de la vida eterna.
TIENES ESPERANZA PARA ESTA VIDA Y LA VENIDERA
Recuerda que es la esperanza que tienes en Él y las Buenas Nuevas que has recibido por medio de la predicación del Evangelio, lo que te sostiene en el presente y te prepara para enfrentar todas las adversidades que traerá el futuro. Confía en Dios. Él no te defraudará. Él es veraz y cumplirá todas sus promesas. ¡Porque Dios prometió hoy, puedes vivir confiado!
PARA REFLEXIONAR
Saber que Dios es veraz te ayudará a atravesar cualquier dificultad, atesorar la verdad de la Palabra de Dios te ayudará a confiar en Él, y el Evangelio te ayudará a combatir el desánimo y el dolor.
Publicado originalmente en En ti confiaré, un recurso gratuito de la Editorial Bautista Independiente. Este artículo ha sido usado con permiso.