Son las 6:45 a. m. La cita dejaba claro que debía estar 15 minutos antes. Fui el primero en llegar, quería ser puntual. Aún no salía el sol para calentar un poco el frío del aire y el de mi cuerpo, aunque este último no desaparecía desde que comencé a sentirme mal. Eran las 7:05 a. m. y aún no me atendían. Ya éramos tres en ese oscuro estacionamiento con dos carpas improvisadas y herméticas. Apenas habían transcurrido 8 minutos cuando me desesperé y quise abrir el velo de la carpa, cuando una señorita mencionó mi nombre. Era el momento de hacerme la prueba del covid-19.

Tres noches antes, sin ningún síntoma, le dije a un amigo que quería escribir acerca del coronavirus. Sí, ya sé que se ha escrito mucho del tema, pero Dios puso en mí esa inquietud. No estaba seguro de cuál sería el enfoque, hasta que salí del estacionamiento con la promesa “en dos o tres días llegará el resultado”. En ese momento, comprendí que Dios me dio el tema: la paciencia. En las pruebas, creemos que el resultado es lo más importante. Pero, según la perspectiva de Dios, el proceso de esperar es tan importante como el resultado.

Estas son dos poderosas maneras en las que la Palabra nos enseña paciencia en la prueba.  

Guarda silencio

Cuando se tardaban en salir a hacerme la prueba, deseaba ir a preguntar y quejarme por la hora. En internet decía muy claramente que yo debía ser puntual. Pero ellos no lo eran. Cuando vemos que algo no sale como queremos, nuestra primera reacción es actuar por cuenta propia y casi siempre empezamos abriendo la boca. En el Salmo 37:7a dice: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en Él”. Este mandamiento es similar al del Salmo 62 donde Dios nos manda a estar “callados” porque Él es nuestra salvación.

Debemos callar para escuchar la voz de Dios. Si queremos resolverlo todo con nuestras fuerzas estamos negando el poder del Dios todopoderoso. Necesitamos guardar silencio para poder vivir confiados en un mundo tan convulsionado que solo Dios controla, no nosotros. Guardar silencio nos ayuda a reconocer que la palabra de Dios es nuestra autoridad absoluta y tiene mejores respuestas ante situaciones adversas. Ahora, esto no se refiere a estar literalmente callados. Significa que mientras atravesemos una prueba, lo que debe prevalecer en nuestra mente y lo que debe salir de nuestra boca es la Palabra. Estar callados ante Dios es disfrutar las delicias de su ley y las bondades de su consejo (Sal. 119:92). Cuando no podemos callarnos en la prueba seguramente es porque su Palabra no está en nosotros. Por eso fluyen nuestras palabras infectadas de pecado (Mt. 7:20-23). La única forma de estar callados delante de Dios es estar llenos de su bendita Palabra.

Permanece tranquilo

Ya perdí la cuenta de las veces que he visto mi celular en las últimas horas. Tomo un libro, leo un poco, tomo otro y hago lo mismo. Camino en la habitación donde estoy aislado, prendo la computadora y leo mil cosas sobre el coronavirus. Me acuesto y me tomo la temperatura. Escucho a mi esposa con nuestros hijos afuera y le pido a Dios que cuide su salud. Así pasan los minutos y las horas. Mientras oro al Señor, mi mente no deja de dar vueltas y me gana la ansiedad pensando en lo que sigue si el resultado es positivo. No estoy quieto.

¿Te ha pasado? También al pueblo de Israel en Éxodo 14. Dios los sacó de la esclavitud de Egipto y ellos se sentían eufóricos. Pero, de un momento a otro, estaban en medio de una persecución por parte de los egipcios. Ahora sentían miedo y culparon a Moisés de lo que sucedía. Presta atención a lo que les dijo: “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” (Éx. 14:14). ¿Cómo podían estar tranquilos pensado en que podían morir? ¿Cómo estar tranquilo hoy ante un familiar enfermo de covid-19? ¿Cómo estar tranquilo sabiendo que pude contagiar a mi familia? La tranquilidad que Dios ofrece a sus hijos es que Él ya tuvo victoria por nosotros peleando con la muerte (Is. 53:5). Nada puede estropear la esperanza gloriosa que tenemos los salvados de gozar tranquilidad eterna en Cristo (Ro. 8:38-39). Tu tranquilidad es segura cuando Cristo es su fuente (Jn. 14:27) Por eso debes tener paciencia. Porque Cristo ya peleó y ganó la batalla, tú puedes vivir tranquilo.

CONCLUSIÓN

Estar tranquilo no significa morirte sin hacer nada. Significa vivir en la voluntad de Dios y no en tu propia prudencia. Dios instruyó a Moisés: “Di a los hijos de Israel que marchen” (Éx. 14:15). Dios estaba a punto de hacer uno de los más grandes milagros de la historia: dividir el mar Rojo. Mientras tú y yo nos afanamos por conocer lo que pasará, nos perdemos la hermosura del plan divino, trazado desde antes de la fundación del mundo. Mientras nosotros buscamos explicaciones y culpables, Dios te dice:

¡Marcha a tu comunión conmigo!

¡Marcha a leer la Palabra y orar!

¡Marcha a amar a otros que también sufren!

¡Marcha a compartir el evangelio!

¡Marcha a congregarte en tu iglesia local!

¿Estás en una prueba? Guarda silencio y permanece tranquilo. El desenlace llegará justo en el momento que tu vida sea transformada para la gloria de Dios, sin importar que el resultado no sea el deseado. Y cuando te toque, ¡ponte en marcha!


Pedro Márquez García es licenciado en Comunicación Social y actualmente cursa la maestría en Teología en la Universidad Cristiana de Las Américas. Está casado con Gaby Márquez y tienen dos hijos: Maia Isabella y Mateo Ignacio. Es miembro de la Iglesia Bautista Genezareth y colabora en el ministerio de educación en el área de Relaciones Públicas y Comunicación.