LEE 1 CORINTIOS 7:25-40
“La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor […] pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido” (1 Co. 7:34).
La soltería puede ser una de las pruebas más desafiantes de toda la vida. Para muchos, es un tiempo de inseguridad, soledad, y al parecer oraciones no contestadas. Sin embargo, la mayoría de creyentes solteros (y creyentes casados) dejan de considerar las ventajas de la soltería y de valorarla como Dios la valora.
Aunque Pablo ciertamente permitió que creyentes solteros o viudos se casaran (1 Co. 7:28, 1 Co. 7:39; 1 Co. 9:5—de hecho, dijo en 1 Timoteo 4:1-3 que era una “doctrina de demonio” prohibir casarse), él prefirió y recomendó la soltería (1 Co. 7:7-8, 1 Co. 7:26, 1 Co. 7:32, 1 Co. 7:38, 1 Co. 7:40). Dijo que una vida sin obligaciones matrimoniales era buena, que él desearía que todos fueran solteros como él, y ¡que una mujer soltera sería más feliz si permaneciera soltera! Tal pensamiento ciertamente contradice nuestra típica mentalidad.
Sabiendo que Pablo atesoraba su asociación en el Evangelio con un matrimonio como Aquila y Priscila (Ro. 16:3; 1 Co. 16:19), y sabiendo que él usaba el matrimonio como una ilustración del misterio profundo del Evangelio (Ef. 5:22-33), ¿cómo podemos entender su firme preferencia por la soltería? Pablo prefirió la soltería por dos razones principales. Primero, vivir como soltero le permitió manejar de la mejor manera la “necesidad que apremia” (1 Co. 7:26, 1 Co. 7:28). Esto probablemente hace referencia a la persecución que seguramente los creyentes enfrentaban en los tiempos de Pablo. Vivir por el Evangelio raramente ha sido seguro. Considera toda la aflicción que Pablo padeció, y cómo su ministerio se hubiera limitado al tener que preocuparse por proveer y proteger a una esposa e hijos. En segundo lugar, vivir como soltero quita distracciones mientras servimos al Señor (1 Co. 7:29-35). Otra vez, esto no quiere decir que los casados no pueden servir. Más bien, quiere decir que hay ventajas significativas en el ministerio evangélico de solteros, como más tiempo, más flexibilidad, y menos gastos.
La alta opinión de Pablo sobre la soltería debe tener tres efectos inmediatos. Primero, si aún estás soltera, debes preguntarte, “¿Dios desea que permanezca soltera? ¿Esto sería la mejor manera de usar mi vida para el avance del Evangelio?”. No presupongas una respuesta negativa. Craig Bloomberg pregunta: “¿cuántas veces creyentes que se casan se preguntan si esta pareja prospectiva le permitirá servir mejor a Dios? Si no pueden de una manera realista imaginar maneras en que esto puede suceder, probablemente no estén preparados para casarse”.[1]
Segundo, el valor bíblico de la soltería debe inspirar contentamiento. En vez de ver a tu soltería como una trampa para esquivar, mírala como el plan bueno y soberano de Dios para tu vida, por lo menos en el presente. La realidad es que si tu comunión con Cristo no satisface tu alma ahora, tampoco lo hará después de casarte. El matrimonio no es la meta de la vida, a pesar de las novelas de Jane Austin. Ningún esposo puede darte la seguridad y realización que solo viene por Cristo.
Por último, la enseñanza de Pablo sobre la soltería debe cambiar la mentalidad de la iglesia hacia los solteros. Creyentes casados deben cuidar de no tratar a los solteros como “ciudadanos de segunda clase” o “llantas de repuesto”. Deben valorar y animar el rol vital que pueden jugar los solteros en la iglesia de Cristo. Si alguien tiene el don de la soltería y puede servir a Dios sin distracción, ¡quizás los casados son los “ciudadanos de segunda clase”! Debemos valorar el don de la soltería tanto como lo valora Dios.
Permite que el Evangelio afecte tu aprecio por la soltería y los creyentes solteros. —Joe
[1] From Pentecost to Patmos, 179.
Este artículo proviene de “Meditaciones del Evangelio para Mujeres”, un devocional de 31 días que puede adquirir en Church Works Media.