Puede que hayas pensado:

  • “Necesito” estar con mi familia, y este virus me está quitando eso.
  • “Necesito” viajar y despejarme, y este virus me está quitando eso.
  • “Necesito” un mayor ingreso para consentir a mis hijos, y este virus me está quitando eso.
  • “Necesito” paz mental, y este virus me está quitando eso.
  • “Necesito” ser libre de la depresión, y este virus me está estorbando eso.
  • “Necesito” que mis seres queridos no corran peligro, y este virus me está quitando eso.
  • “Necesito” volver a la vida real, y este virus me está quitando eso.

Pero ¿qué tal esto?

  • Necesito pasar más tiempo en lectura y oración, y este virus me está regalando eso.
  • Necesito entender que mi entorno no determina mi felicidad, y este virus me está regalando eso.
  • Necesito reconocer que ningún bien material satisfará a mis hijos, y este virus me está regalando eso.
  • Necesito una mente dominada por la verdad, y este virus me está regalando esa oportunidad.
  • Necesito ser libre de enfocarme tanto en mí, y este virus me está regalando eso.
  • Necesito buscar mi seguridad en Dios en medio del temor, y este virus me está regalando eso.
  • Necesito vivir la vida que mi Creador estableció, y este virus me está quitando los estorbos para eso.

Podemos sentir que en el 2020 se nos quitaron muchas cosas y muchas experiencias valiosas. Trabajos “necesarios”, seres queridos sin quienes no sabemos vivir, viajes planeados por mucho tiempo, festejos que consideramos importantes, logros académicos, experiencias únicas.

Pero ¿qué tal si todo lo que perdido nos abre la puerta para tener más de lo único que necesitamos?

Si mi corazón ha corrido a Cristo, si he buscado conocerlo más en su Palabra, si he visto más de mi pecado y la provisión divina de rescate, si he reconocido mi total impotencia para descansar en el poder de Dios, si la insatisfacción de mi corazón al perder acceso a sus ídolos ha hecho que Cristo llene un poco más ese vacío, toda pérdida ha valido la pena.

Como hijos de Dios, Cristo mismo es nuestra mayor ganancia. Permite que tus pérdidas del 2020 te lleven corriendo a los brazos de Aquel que lo perdió todo por amor a ti. Aprovecha para pasar un 2021 menos ruidoso, menos gastoso, menos impulsado por actividad, menos egocéntrico, menos materialista, y menos secular, para tener más del Único que satisface los anhelos profundos del alma.

Te dejo con la letra de dos himnos que pueden ayudarte en tu meditación.

Corro a Cristo

Corro a Cristo para huir del temor; mi amparo es Él, yo sé.
“Solo cree en Mí”, me dice en amor. Seguro así estaré.
Corro a Cristo roto por dolor; abunda en Él la paz;
“Yo también lloré”, susurra el Señor. “Mi pena trae solaz”.

Corro a Cristo del afán de vivir; reposa mi alma en Él.
“Solo ven a Mí”, Su voz puedo oír. Encuentro descanso en Él.
Corro a Cristo oprimido por el diablo y el pecar;
Con temor, él huye de mi Señor. Jamás me podrá dañar.

Corro a Cristo cuando hay tentación; yo tengo un escape en Él.
“¡Solo líbrame!”, es mi oración, y cedo a Su gracia fiel.
Corro a Cristo avergonzado y encuentro un Defensor;
Soportó la santa ira de Dios y hoy es mi Intercesor.

Solo Cristo satisface

¿Quién podrá con su presencia impartirme bendición?
Solo Cristo y su clemencia pueden dar consolación.

Su amor no se limita; es su gracia sin igual.
Su merced es infinita, más profunda que mi mal.

Redención sublime y santa, imposible de explicar,
Que su sangre sacrosanta mi alma pudo rescatar.

Cristo suple en abundancia toda mi necesidad;
Ser de Él, es mi ganancia, inefable es su bondad.

Coro

Solo Cristo satisfice mi transido corazón.
Es el Lirio de los Valles y la Rosa de Sarón.