Casi todas las iglesias tienen un ministerio de niños y quizá has participado en él. Has organizado un juego, elaborado una manualidad o enseñado una clase de niños. Quizá has participado en un ministerio de “rutas” o “misiones” para niños cuyos padres no asisten a la iglesia. Pero ¿realmente sabes cuál debería ser tu objetivo con esos niños? ¿Sabes qué dice Dios al respecto? En la Biblia, Dios afirma que debes ser un consejero en tu ministerio con niños.

¿POR QUÉ ACONSEJAR A NIÑOS?

Antes de entrar a lo práctico, quisiera sentar algunas bases sobre por qué es importante aconsejar a niños. En primer lugar, debemos hacerlo porque Dios nos lo manda. Pablo dice que las hermanas deben enseñar a las señoritas y que los varones deben exhortar a los jóvenes (Tit. 2). Proverbios está lleno de instrucciones y advertencias para los jóvenes, además de mandatos para los padres de disciplinar y enseñar a sus hijos. No hay duda de que la consejería para los niños es importante para Dios.

En segundo lugar, es importante aconsejar a los niños porque Dios los ama y desea le conozcan. El amor eterno de Dios prolonga su misericordia a los adultos y también a los niños. Jesús mismo dice que el reino de los cielos pertenece a los niños (Mt. 19:14). Y el conocido texto de Juan 3:16 dice que “todo aquel que en Él cree” será salvo. ¡Esto incluye a los niños!

En tercer lugar, debemos aconsejar a los niños porque tienen dificultades al igual que los adultos. Un niño puede sentir gozo, tristeza, ansiedad, preocupación, alivio, o soledad, al igual que tú y yo. Los niños también viven experiencias dolorosas, fastidiosas, felices y retadoras. Quizá los detalles sean diferentes, pero los efectos son iguales. Por tanto, así como los adultos necesitan consejo, los niños también lo necesitan.

Por último, los niños necesitan ser aconsejados para desarrollar una perspectiva bíblica. Aunque los niños viven situaciones y emociones muy parecidas a las de los adultos, su perspectiva del mundo y sus creencias están menos desarrolladas que las de los adultos. Las ideas del mundo amenazan su vida y solo la consejería bíblica puede evitar que se cimenten en su corazón. Esto les ayudará a crecer como jóvenes maduros que piensan como hijos llenos de la verdad.

¿CÓMO ACONSEJAR A NIÑOS?

¿Cuál debe ser la mentalidad del consejero de niños? Esta es una pregunta muy importante, ya que, si tú no tienes una perspectiva bíblica de la consejería, puedes crear más problemas en vez de resolverlos.

En primer lugar, lee la Biblia con los niños. Es irónico decir que la Biblia es poderosa, pero leerla pocas veces con los niños. En muchas clases simplemente contamos una historia bíblica en nuestras palabras, en lugar de leerla en la Biblia. Quizá pensamos que los niños no entenderán la Biblia, pero esta no es una excusa válida. Los niños son más inteligentes de lo que creemos y, de todas formas, nadie puede entender la Palabra a menos que Dios lo ilumine. Entonces, lee la Biblia con los niños y confía en que Dios obrará a través de ella. También puedes animarlos a memorizar la Biblia, ya que es otra forma de plantar la Palabra en sus mentes.

Ahora bien, es cierto que un lenguaje arcaico puede ser un obstáculo para un niño. Distintas versiones pueden ser de gran ayuda en este punto. La Nueva Traducción Viviente y la Nueva Versión Internacional son más fáciles de entender que la Reina Valera 1960. Esto puede ser una oportunidad para enseñar a los niños a leer la Biblia por sí mismos en su hogar.

En segundo lugar, involucra a los padres de los niños. Si no respetas la autoridad de los padres, el niño tampoco lo hará. Tu propósito como consejero no es tomar su lugar. Dios ha puesto a cada niño en una familia con un propósito. Por tanto, involucra a los padres en el proceso de la consejería infantil.

Algunas formas de involucrar a los padres es saludarlos y platicar con ellos. También debes hablar con ellos de algún problema con su hijo (si es necesario). Pero ten cuidado de no criticar ni contradecir a los padres, y definitivamente no lo hagas frente a su hijo. Si los padres no son salvos, ¡compárteles el Evangelio! Dios también quiere que ellos le conozcan.

En tercer lugar, enfócate en el corazón de los niños. Trabajar con niños es irritante por su desobediencia constante. Muchas veces lo único que queremos es que se porte bien, pero el niño no es una máquina que necesitas reprogramar. Lo que realmente necesita es un cambio de corazón, y esto llevará a cambios en la conducta. Invertir este orden dañará al niño en vez de ayudarlo.

Cuando trates con el pecado de un niño, no solo le digas que ya no haga eso, sino que también pregúntale por qué lo hizo y cómo se sintió cuando lo hizo. Dile que su pecado no agrada a Dios, y también háblale de lo que Cristo hizo por él en la cruz, y cómo Él le ofrece perdón si se arrepiente. Solo entonces el niño encontrará ayuda en el Evangelio para no pecar contra otros.

En cuarto lugar, depende de Dios en la consejería infantil. Como consejero, debes enfocarte en el corazón, pero tú no puedes cambiar el corazón de los niños. Solo Dios puede cambiarlos. Nosotros somos instrumentos imperfectos en las manos de un Dios todopoderoso. Reconoce tu incapacidad y tu necesidad de Él.

Este es el momento de usar una de las mejores herramientas del consejero: la oración. Ora con el niño y ora también a solas. Pídele a Dios humildad, amor y sabiduría. Ora por el corazón del niño y por el tuyo también. Solo así podrás sentirte confiado al aconsejar a los niños, no por tu habilidad natural, sino por el poder de tu Dios.

CONCLUSIÓN

En todo ministerio de niños, Dios nos manda a aconsejar a los niños con la Biblia. Él los ama y ellos necesitan de Él. La consejería bíblica es la única esperanza para los niños con los que convives. Pero tú, como consejero, también necesitas de Dios. Depende de Él y de su Palabra en tu esfuerzo por llevar a estos pequeños a los pies de Cristo.


Ana Bixby estudia la licenciatura de pedagogía en la Universidad Cristiana de Las Américas. Vive con su familia en Monterrey, México, y sirve en los ministerios infantiles de su iglesia local.